Creo que nos pasa a todos: a veces parece que alguien nos
leyera el pensamiento y lo pusiera por escrito, como para decirnos ‘no te creas
tan original; lo mismo que piensas tú acerca de ese asunto también lo hemos
pensado otros’. Digo esto porque el domingo pasado leí un artículo de Maruja
Torres: Publicidad con alevosía. Copio
algunas frases: “Tomemos, por ejemplo, el caso de la publicidad de los bancos.”
(...) “Los bancos deberían saber que cualquier publicidad que emanen es contraproducente,
sobre todo los que han recibido dinero público.” (...) “No es de extrañar que
cuando aparece en los cines el anuncio de Bankia de empezar por los
principios...” [se produzca en la sala] “un abucheo sin precedentes. Yo ya lo
hago solita, pero con todas mis fuerzas -confiesa MT-, cuando lo escucho por la radio.” A mí
me ocurre otro tanto. Y además todas las mañanas. Dicha cuña de radio a veces
entra casi inmediatamente después de alguna noticia relacionada o muy próxima a
ese banco que ahora se pone estupendo, desvergonzadamente estupendo. Viene a
decir algo así como: ‘vale, bien, es cierto que hemos sido un poco malos,
je-jé, pero ahora vamos a ser muuuuuuy buenos, OK? Así que, lo pasado pasado, y
pelillos a la mar’. Cada vez que lo escucho no puedo evitar el imaginarme a ese
copy del departamento creativo que le ha tocado escribir la cuña diciéndose a
sí mismo: ‘vaya papelón que voy a tener que hacer’. Y qué decir del
cachondeo perfectamente imaginable en el estudio de grabación, donde, entre
toma y toma, los sarcasmos habrán circulado del técnico de sonido al locutor, y
de este al ejecutivo de la cuenta, del ejecutivo al creativo... y así
sucesivamente. Desde luego, hace falta valor, y una desfachatez a toda
prueba, para programar la inserción de esa cuña de radio (y de otras igualmente
provocativas, dadas las circunstancias) en los espacios publicitarios de un
informativo. Yo no quiero ser malpensado, y no lo soy, pero el ‘recochineo’
–en expresión de Maruja Torres– que se
desprende de las campañas de algunos bancos y de algún gobierno... parece que
respondiera a una provocación perfectamente programada. Es como si con ello se
buscara que algún damnificado perdiera los nervios (que sería lo único que le
quedara por perder) y tuviese una reacción violenta, irracional, del todo
reprobable; y convertir así, con la ayuda de los muchos medios y del ‘equipo
médico habitual’, a las víctimas en verdugos, y viceversa. Pero no, no puede
ser. Las cosas no siempre son lo que parecen. Estoy casi seguro de que esas
campañas responden a criterios y buscan objetivos mucho más previsibles y vulgares: lavar la cara, hacer (o simular) un pequeño descargo de conciencia, engatusar
de nuevo, recuperar en lo posible su cartera de clientes... Después de todo, no son más que eso:
carteristas. Conspiraciones y fantasías diabólicas escapan a su idiosincrasia.
Al menos eso es lo que yo creo. O quiero
creer.
(*) alevosía: 1. f . Cautela para asegurar la comisión de un
delito contra las personas, sin riesgo para el delincuente. Es circunstancia
agravante de la responsabilidad criminal.
(DRAE)
Mi comentario es que no hay comentarios en este blog sino lectores y lectoras silentes que dan la callada por respuesta. Algunos me dicen que les resulta poco menos que imposible publicar aquí unas palabras. Bueno,los silencios, si son de calidad, pueden ser muy superiores a casi todo lo que uno pueda decir o poner por escrito. Sé por experiencia que cuando callo... tengo mis mejores momentos.
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