Para los eruditos que buscan
siempre bibliografía, aporto aquí un enlace no del todo
innecesario. http://elpais.com/elpais/2012/04/26/opinion/1335442116_849344.html
viernes, 17 de mayo de 2013
no digas 'eufemismos', di 'formulaciones alternativas'
Hace dos meses publiqué aquí un post que aludía al intento de suplantar la
realidad mediante el lenguaje por otra más amable y conveniente a los intereses
de los suplantadores. Su título: hablar para ocultar. Es un tema que me apasiona: ¿Se puede crear realidad a través de las palabras?
¿Se puede generar una especie de realidad transgénica mediante la
manipulación del lenguaje? Desde luego,
una apariencia de realidad sí que puede conseguirse, al menos por un tiempo.
La mecánica es compleja pero sencilla: primero se crea un embrión de neolengua
(véase Orwell) a base de eufemismos que
suavicen y embellezcan la cruda realidad; acto seguido, mediante el servicio de
transferencias de residuos sólidos, se retira de la circulación los términos
originales caídos en desgracia; a partir de ahí da comienzo una fase de
implantación extensiva de la nueva realidad triunfante. En efecto, avisado
lector, estoy haciendo una parodia, pero partiendo de algo que ya forma parte del paisaje.
Siguiendo esa línea, me pregunto si existirá realmente un laboratorio de eufemismos –¿dónde, en qué centro de poder, en qué planta noble o sótano sombrío?– que
esté ahora mismo elaborando conceptos y denominaciones de nuevo cuño, un departamento constituido por acreditados lingüistas, sociolingüistas, lexicógrafos, creativos
publicitarios, ilusionistas expertos en hacer aparecer y desaparecer objetos y
palabras de curso legal... No tengo pruebas de que exista físicamente ese
laboratorio de ideas o boutique creativa (llámese think tank si se quiere), pero intuyo que, de un modo u otro, tiene
que existir. De lo contrario, ¿quién iba a crear hallazgos tan irreprochables
como ‘cambio de ponderación’ para nombrar lo que es una pura subida de
impuestos, o llamar ‘movilidad exterior’ a la penosa fuga de cerebros, o
‘desindexación’ a la pérdida de poder adquisitivo o empobrecimiento? No digamos
ya nada del virtuosismo semántico que algunos han exhibido para escamotear
‘amnistía fiscal’. Lo de ‘crecimiento negativo’ para no decir recesión ya queda tan antiguo como el cine
mudo frente al 3D. Ahora estamos en una fase mucho más sofisticada y
ultraliberal: se trata de convencer al votante televidente de lo que podríamos
llamar ‘la evidencia del oxímoron’ –ya
se sabe: ‘hielo abrasador’, ‘amoroso tormento’, ‘caída hacia lo alto’–, el cual
no deja de ser, dentro de esta lógica perversa y sumamente creativa, una forma de pleonasmo: ‘las
mata bien muertas’, por ejemplo. Llegados a este punto, debo admitir que soy o
he sido durante treinta años creativo de publicidad, copy, para más señas, que en mi currículo aparece un poema titulado
me anuncio por palabras, y que me
ofrezco a ese Laboratorio de Eufemismos (perdón: de Formulaciones Alternativas)
para aportar mi grafito de avena. Y hablando de juegos y equívocos: había una
postal muy chula en Chueca hace unos pocos años –coincidiendo quizá con el 30º
aniversario de la Constitución– en la que aparecía un bello travelo putón, con
su hermosa melena pelirroja, la boca entreabierta y bien dibujada, una pose de
lo más sugerente y una pistola en la
liga. Ella, en la postal, solo
pronunciaba una palabra: “Constitúyeme”. Yo estoy dispuesto a constituirme o
dejarme constituir, no por un plato de lentejas transgénicas, eso no, pero sí por una bandeja de
cigalas clase extra, un reserva de 100 euros (qué menos), un viaje a Orlando para
toda la familia y una Seguridad Social garantizada de por vida para mí y para
mis nietos. Con eso me conformo. Y a ese precio vendo mi alma al diablo y mi
cuerpo a la ciencia. Se admiten ofertas.
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