viernes, 17 de mayo de 2013

no digas 'eufemismos', di 'formulaciones alternativas'

Hace dos meses publiqué aquí un post que aludía al intento de suplantar la realidad mediante el lenguaje por otra más amable y conveniente a los intereses de los suplantadores. Su título: hablar para ocultar. Es un tema que me apasiona: ¿Se puede crear realidad a través de las palabras? ¿Se puede generar una especie de realidad transgénica mediante la manipulación del lenguaje?  Desde luego, una apariencia de realidad sí que puede conseguirse, al menos por un tiempo. La mecánica es compleja pero sencilla: primero se crea un embrión de neolengua (véase Orwell) a base de  eufemismos que suavicen y embellezcan la cruda realidad; acto seguido, mediante el servicio de transferencias de residuos sólidos, se retira de la circulación los términos originales caídos en desgracia; a partir de ahí da comienzo una fase de implantación extensiva de la nueva realidad triunfante. En efecto, avisado lector, estoy haciendo una parodia, pero partiendo de algo que ya forma parte del paisaje. Siguiendo esa línea, me pregunto si existirá realmente un laboratorio de eufemismos –¿dónde, en qué centro de poder, en qué planta noble o sótano sombrío?– que esté ahora mismo elaborando conceptos y denominaciones de nuevo cuño, un departamento constituido por acreditados lingüistas, sociolingüistas, lexicógrafos, creativos publicitarios, ilusionistas expertos en hacer aparecer y desaparecer objetos y palabras de curso legal... No tengo pruebas de que exista físicamente ese laboratorio de ideas o boutique creativa (llámese think tank si se quiere), pero intuyo que, de un modo u otro, tiene que existir. De lo contrario, ¿quién iba a crear hallazgos tan irreprochables como ‘cambio de ponderación’ para nombrar lo que es una pura subida de impuestos, o llamar ‘movilidad exterior’ a la penosa fuga de cerebros, o ‘desindexación’ a la pérdida de poder adquisitivo o empobrecimiento? No digamos ya nada del virtuosismo semántico que algunos han exhibido para escamotear ‘amnistía fiscal’. Lo de ‘crecimiento negativo’ para no decir recesión ya queda tan antiguo como el cine mudo frente al 3D. Ahora estamos en una fase mucho más sofisticada y ultraliberal: se trata de convencer al votante televidente de lo que podríamos llamar ‘la evidencia del oxímoron’ –ya se sabe: ‘hielo abrasador’, ‘amoroso tormento’, ‘caída hacia lo alto’–, el cual no deja de ser, dentro de esta lógica perversa y sumamente creativa, una forma de pleonasmo: ‘las mata bien muertas’, por ejemplo. Llegados a este punto, debo admitir que soy o he sido durante treinta años creativo de publicidad, copy, para más señas, que en mi currículo aparece un poema titulado me anuncio por palabras, y que me ofrezco a ese Laboratorio de Eufemismos (perdón: de Formulaciones Alternativas) para aportar mi grafito de avena. Y hablando de juegos y equívocos: había una postal muy chula en Chueca hace unos pocos años –coincidiendo quizá con el 30º aniversario de la Constitución– en la que aparecía un bello travelo putón, con su hermosa melena pelirroja, la boca entreabierta y bien dibujada, una pose de lo más  sugerente y una pistola en la liga. Ella, en la postal,  solo pronunciaba una palabra: “Constitúyeme”. Yo estoy dispuesto a constituirme o dejarme constituir, no por un plato de lentejas transgénicas, eso no, pero sí por una bandeja de cigalas clase extra, un reserva de 100 euros (qué menos), un viaje a Orlando para toda la familia y una Seguridad Social garantizada de por vida para mí y para mis nietos. Con eso me conformo. Y a ese precio vendo mi alma al diablo y mi cuerpo a la ciencia. Se admiten ofertas.

Para los eruditos que buscan siempre bibliografía, aporto aquí un enlace no del todo innecesario. http://elpais.com/elpais/2012/04/26/opinion/1335442116_849344.html

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