Sentados o de pie, 9 poetas en su sitio es un hermoso libro de pastas duras en
color almagre recientemente publicado en Valladolid por la Fundación Jorge
Guillén. Se trata de una selección de poemas pertenecientes a un grupo de
poetas más o menos vallisoletanos y aproximadamente de la misma generación. Yo
soy uno de ellos, debo admitirlo, y entre nosotros hay tantas afinidades como
diferencias. Incluso me atrevo a decir que, cada uno, en su poesía (como en su
vida) tiene no pocas diferencias consigo mismo. Sin embargo, eso no evita que
nos llevemos bien. El día que
nos hicimos la foto de familia, unos sentados y otros de pie, a medida en que se enlazaban las bromas y las conversaciones, ya en el restaurante, y pedíamos más
ribera y la risa saltaba de un
extremo a otro de la mesa en viaje de ida y vuelta.... empecé a acariciar la peregrina
idea de que ese grupo bien podría emprender un gira por España, como hacen las bandas de rock, o como hacían en
otros tiempos las compañías de teatro. Ahora lo veo con toda claridad. Bastaría
con un microbús bien acondicionado –dotado de buena música y mueble bar
incluido–, un chofer de confianza, un itinerario estudiado y un programa de
actuaciones razonable. Llegaríamos a las ciudades –tal como se habría anunciado
en la radio y demás medios locales– a la caída de la tarde, en eso que llaman
los operadores y cineastas ‘la hora bruja’. Sería cosa de vernos bajar del
microbús a los nueve, con nuestro representante o apoderado a la cabeza, y lo
haríamos como los jugadores del Madrid o del Barça cuando llegan entre las
ovaciones de los aficionados a tal o cual ciudad. La poesía goza de una gran
simpatía popular, y de un halo entre romántico y bohemio que facilita los
encuentros y consiente ciertas liberalidades... por un día. O por una noche. Así
pues, entre unas cosas y otras, no cabe descartar que tuviéramos nuestras
propias groupies, jóvenes entusiastas
de la poesía... y de los poetas de mediana edad. Las ‘actuaciones’ del grupo tendrían
lugar, ya en horario nocturno, en clubs de jazz, en pasarelas de moda súper
pijas, galerías de arte conceptual, minicines reconvertidos, palacetes del XIX
abandonados por sus dueños y tomados pacíficamente por la PAH (Plataforma de
Afectados por la Hipoteca) y por las brigadas poéticas de la ciudad. También
habría una sesión golfa y semiclandestina (opcional), a celebrar de madrugada
en garitos inconfesables y clubs de carretera. Ahí algunos brillaríamos con luz
propia, aunque fuera prestada (como la dentadura de Vargas Llosa). Veo que me
falta espacio. Quizá el próximo viernes este post tenga un continuará. Por el momento, solo declarar aquí los nueve nombres
del grupo por su orden de fotografía. Sentados, y de izquierda a derecha:
Carlos Medrano, Mario Pérez Antolín, Eduardo Fraile y Luis Ángel Lobato. De
pie: Luis del Álamo, Luis Díaz, Luis Santana, Javier Dámaso y yo mismo. Ah, el apoderado y responsable de la edición responde al nombre de Antonio
Piedra, personaje de la noche sobradamente conocido en garitos, universidades y
comisarías.
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