viernes, 2 de septiembre de 2016

los tres pies al gato

     ¿Se puede estar y no estar a la vez en el mismo sitio? ¿Y en dos o más tiempos simultáneamente? El más elemental sentido común nos dice que eso es imposible, sin embargo por momentos no puedo evitar la sensación de estar y de no estar todavía. Yo no sé nada de mecánica cuántica (y la paradoja del gato de Schrödinger me exige un serio esfuerzo de comprensión) pero algo me dice que la simultaneidad de escenarios o mundos paralelos no debe descartarse sin más. Y también que una cosa y su contraria pudieran estar sucediendo entre dos parpadeos. He vuelto, sí, es evidente, y de hecho estoy ahora escribiendo en esta misma mesa, en el mismo salón, rodeado de los mismos muebles, estanterías, libros, cuadros; pero hay algo de mí que no ha llegado aún, y no sé si viene de camino o se ha quedado lejos, perdido en el bosque, o quizá se ha declarado en rebeldía y se niega a reunirse conmigo, con la parte de mí que ahora está sentada ante el ordenador. Es como cuando alguien enviaba con antelación el pesado equipaje para luego poder viajar más cómodamente, sin impedimenta. Bueno, algo así, pero a la inversa, porque en este caso la impedimenta soy yo. Es una sensación extraña que me lleva a mirarme desconfiadamente en el espejo, casi que a buscar mi sombra. ¿Qué parte de mí no ha regresado conmigo? ¿En qué momento y dónde se escabulló, se hizo perdidiza? ¿Acaso durante aquella siesta, a la sombra de unos árboles frondosos, no lejos de Cóbreces, ya cerca de Novales? También pudiera ello haber sucedido en alguna página de Peregrinos de la belleza, por ejemplo en el capítulo donde su autora, María Belmonte, habla de Axel Munthe, en su Villa San Michelle, en Capri, hacia 1900, descrita así por Henry James: "Una creación de la más fantástica belleza, poesía e inutilidad como no había visto reunidas nunca." Aunque quizá el secreto de esa fuga, de esa parte de mí extraviada, pudiera estar en las palabras del propio Munthe: "La casa era pequeña, las habitaciones pocas, pero había loggias, terrazas y pérgolas para contemplar el sol, el mar y las nubes (el alma necesita más espacio que el cuerpo)." Mira por dónde, va a estar ahí la clave: en el espacio que el alma necesita. Y quiérase o no, si hablamos de espacio estaremos hablando también de tiempo. En estos días, los déjà vu se suceden de manera inquietante. Es como estar viviendo en un tiempo de subjuntivo.

 El Gato de Schrödinger - YouTube

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