viernes, 26 de febrero de 2016

entrega de premios

     Dado el encanallamiento que asola las redes sociales, y el tráfico de odio que circula por ellas, voy a darme el gusto de no contribuir a incrementar toda esa contaminación acústica tan desagradable, tan tóxica, y en lugar de sumarme al reparto de insultos o a la siembra de maledicencias, voy a conceder aquí unos premios honoríficos, sin nombre ni dotación, en los que yo propongo los candidatos y decido los ganadores. Pues bien, los galardonados en esta primera edición han resultado ser: Cate Blanchett, por la luz inteligente que desprende su mirada de zafiro, por la transparencia navegable de su piel, por el silencio tan claro que con ella vaEl Roto, por engrandecer el pensamiento crítico con la insobornable lucidez con que nos ilumina a diario mediante sus deslumbrantes fogonazos de negra luz. Zinedine Zidane, en la categoría de las bellas artes, por la musicalidad que emana de sus movimientos y la armonía ondulante que irradia su presencia, incluso su propio nombre, que es en sí mismo una 'aliteración hermosísima' (en expresión de JJ Millás). Woody Allen, por su impagable contribución al estado de bienestar, porque nadie ha hecho pasar tantos y tan buenos momentos a tanta gente; y los que vendrán. Rafael Sánchez Ferlosio, por sus saberes diversos y por el oleaje que despliega su prosa unánime, la cual produce tanto asombro como desconsolada belleza hay en los restos de un naufragio. Sandra Sabatés, por su presencia tan saludable y su resuelta profesionalidad que hace posible El Intermedio, el informativo humorístico gracias al cual, después de haber oído las noticias, nos enteramos de la verdad... sin llevarnos las manos a la cabeza. Jacques Loussier, por la elegancia y discreción con que ha introducido el jazz en las Variaciones Goldberg y en otras partituras de Bach, de Mozart, de Chopin, de Satie, y que tanto acompaña y dulcifica las mañanas limpias, las tardes melancólicas. Silvia Pérez Cruz, la prueba viviente de que las ninfas salieron de las églogas y han llegado hasta aquí, tras arrojarse al agua en aquel verso de la estrofa 47, "y de la blanca espuma que movieron / las cristalinas ondas se cubrieron." Para concluir, una mención afectuosa al buen hacer del actor y presentador Dani Rovira, porque, en efecto, "tras los desprecios, insultos y acusaciones... no mereció la pena presentar los Premios Goya." Un consuelo para él y para otros: esas infamias son condecoraciones; los sañudos traficantes de odios -desventurados ellos, pues en el pecado llevan la penitencia- suelen elegir a los más nobles o afortunados, a los preferidos de los dioses, a los más amados por las musas.

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