viernes, 24 de abril de 2015

digamos que fue un sueño

     Mi mujer se levanta algunas mañanas con un gesto de reproche venial hacia mí, aunque enseguida suavizado por un asomo de sonrisa que le surge a su pesar. Conozco bien esa expresión: viene a decirme que en algún momento de la noche me he portado mal, que he sido 'malo' en sus sueños. Aunque, claro está, ella sabe que no soy responsable de los actos que haya podido cometer en su mente; si acaso, más bien sería yo quien podría pedirle explicaciones por hacerme aparecer en sus sueños sin mi consentimiento, pero, como soy tolerante y más bien tirando a generoso, siempre le perdono esas ensoñaciones en las que al parecer me comporto de manera inadecuada. Ahora bien, yo sospecho que cuando el río de los sueños suena... Dicho a la brava: creo que cada uno induce sueños a quien tiene más cerca o duerme a su lado. A ver si me explico. Es como si entre uno y otro se produjera una especie de transferencia de datos por bluetooth. No voy a entrar en detalles personales, pero ¿qué pasa cuando lo soñado desde un lado de la cama coincide a la mañana siguiente con un extraño bienestar en la otra parte? Observo su mirada a las 7.45 en el cuarto de baño y deduzco que hace un par de horas o menos he propiciado algo excepcional y no del todo confesable: ¿quizá un trío con... Marion? ¿O tal vez hemos tenido un encuentro con los Pitt en su mansión de Beverly Hills, en plan swingers? Es entonces cuando, a la salida de la ducha, admito: no te voy negar que esta noche lo he pasado bien con Angelina, pero reconoce que lo tuyo con Brad... tampoco ha estado nada mal. Y ahí se impone un silencio, un cruce de silencios de al menos cinco segundos. Luego van apareciendo en el espejo las primeras sonrisas del día. Compruebo una vez más que siempre que sale este tema me acuerdo de aquello que escribió Luis Cernuda: "¿quién gobierna en el reino de los sueños?" Nadie. Si acaso, son los propios sueños quienes gobiernan o desgobiernan nuestras vidas. Pero me gusta la idea de incidir en los sueños de otro. Y no digamos ya cuando lo que uno sueña coincide -aunque sea solo en parte o de pasada- con aquello que está sucediendo en el sueño de quien duerme a su lado... o a miles de kilómetros. Si en un gran mosaico de pantallas pudiéramos ver todo cuanto está siendo soñado simultáneamente en un minuto de la madrugada... Si pudiéramos mover miles de sueños y de plasmas como los naipes de la baraja, veríamos que lo recién soñado por una muchacha en Singapur aparecería de pronto a la orilla de otro sueño que está teniendo lugar ahora mismo en un ático de la Plaza de Olavide, por ejemplo, en pleno barrio de Chamberí. Hace años -imposible saber cuántos años- sonó en mis sueños el Adiós Nonino de Astor Piazzola, y en el propio sueño una joven preciosa lo estaba escuchando en Buenos Aires, y los dos acabamos bailando muy juntos, muy apretados, Adiós Nonino, a diez mil kms de distancia.   

 André Rieu - Adiós Nonino (Farewell father) - YouTube

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