Puesto que yo soy más bien afortunado en amores, siempre me he mantenido al margen de los juegos de azar, de la baraja, la ruleta, incluso la lotería. Pero a cambio me gusta no poco jugar; uno de esos juegos es el de hacer regalos: libros, discos,vinos, pulseras, dedicatorias; otro, conceder premios. Y qué mejor idea para un día de Reyes que repartir unos cuantos. Ya lo hice aquí en un post que titulé entrega
de premios, y la verdad es que me quedé con ganas de repetir. Generoso que
es uno. Pero a poco que sobrevolemos el 2016 -annus horribilis- nos encontramos con una película que se merece
mis mejores premios: A Quiet Passion, dirigida por Terence
Davies, con una gran Cynthia Nixon convertida en Emily Dickinson, la enorme y delicada poeta norteamericana. Algo
semejante es lo que consigue nuestro Eduard
Fernández haciéndose pasar por el infame aunque genial impostor Francisco
Paesa en El hombre de las mil caras, la película de Alberto Rodríguez. Y de la butaca de cine al sillón de
lectura. Disfruté tanto con los Cuentos de amor del refinado y algo
perverso Junichiro Tanizaki como con
Peregrinos de la belleza, viajeros por Italia y Grecia, de María
Belmonte. Aquí entrarían asimismo estos gozosos Fragmentos de George
Steiner -¿cómo no premiar a
Steiner? ¡Siempre!-, y también el
poemario Y una sospecha, como un dedo, donde Francisco Layna
demuestra que es capaz de “dar con la
palabra, encontrarla,/y después acudir a otro poema.” Escribe Steiner: “Pensemos el idioma como un
silencio ensordecedor, o como las sirenas de Kafka que amenazan con no emitir
su canto.” Es así, de este modo, como entramos en el silencio, en los Pliegues de silencio
de Jesús Capa que todavía resuenan
en la memoria visual de quienes asistimos, asombrados, a su instalación. Y
hablando de arte, Franciska Teresa
es una desconocida amiga polaca; a ella le debo, le debemos, toda esa abundante belleza que comparte alegremente cada día en Facebook. Gracias, Franciska. Aunque con meses de retraso, a Lucia
Berlin empezaré a leerla hoy mismo, pero es verdad que la frase que
aparece en la portada de su prometedor Manual para mujeres de la limpieza
es de las que por sí solas merecen o anticipan un premio de los grandes: “En la
profunda noche oscura del alma las licorerías y los bares están cerrados.” Asaltemos
pues los cielos de los bares y las licorerías. En su interior encontraremos premios,
regalos, maravillas...
No hay comentarios:
Publicar un comentario