viernes, 16 de diciembre de 2016

la niebla es cine

     Al final de La llegada -Arrival- la protagonista dice: "Si pudieras ver tu vida de principio a fin, ¿cambiarías algo?" Esa es una pregunta que todos nos hacemos alguna vez, y de hecho aparece a menudo en las entrevistas a los famosos. La respuesta suele ser: 'No, creo que no cambiaría nada.' A mí me pasa todo lo contrario: si pudiera empezar de nuevo, cambiaría no pocas de las cosas vividas, elegidas o aceptadas sin más. ¿Estamos conformes con el año en que nacimos, con la familia, el país, la ciudad, los estudios, la profesión, el trabajo, los amores? Aunque si nos ponemos exigentes quizá habría que darle la vuelta y responder a esta otra pregunta: ¿de todo lo vivido hasta ahora, con qué te quedarías? Si bien, hay que advertir que ese ejercicio tiene sus riesgos, pues la respuesta puede llevar a la melancolía, o directamente a la depresión. También puede ser que estemos tan encantados de habernos conocido que nos lancemos besos al pasar delante del espejo. Hay gente para todo. Aunque existe una zona intermedia, una entente más o menos cordial, que es el terreno del pacto, del tratado de no (más) agresión: consiste en reconocer la derrota, sí, las pérdidas irreparables, pero admitiendo la existencia de tesoros y prodigios que indultan una vida irregular o no todo lo brillante que nos hubiera gustado. Woody Allen lo ejemplifica muy bien en la famosa escena de Manhattan, cuando, tumbado en el sofá, va diciendo algunas cosas por las que merece la pena vivir: Groucho Marx, el 2º movimiento de la sinfonía 'Júpiter', esas peras y manzanas de Cézanne... y, sobre todo, el rostro de Tracy. Y ahí entramos en un terreno muy favorable: si existe Tracy, todo lo demás pasa a segundo plano. Es entonces cuando uno especula con lo fácil que hubiera sido no conocerla, no haber estado allí en aquel preciso instante aquella noche, o haber cambiado de planes en el último momento, o recibido una llamada, o cualquier otro azar. Siempre recuerdo aquello del maestro Enrique Morente: "estamos vivos de milagro." Bueno, pues para cualquiera de nosotros conocer a Tracy también fue un milagro; había una posibilidad entre un millón. Lo sé, las preguntas inquietantes siguen ahí, pero, a falta de respuestas satisfactorias, mirar a Tracy hace que el mundo se ilumine. Hay cosas que siempre vuelven a casa por Navidad, como algunas canciones recurrentes de Tony Bennett, de Madeleine Peyroux, de Melody Gardot, o esta de Abbey Lincoln que está sonando ahora. Pero también vuelven las preguntas sin respuesta, o 'la pura pena de no saber por qué'. Para eso no conozco otra solución que hacerle un gesto a Tracy, abrigarse bien y salir juntos a pasear por la ciudad bajo la niebla. Ahí empieza siempre otra película.

Abbey Lincoln ... Throw It Away [ Abbey Sings Abbey 2007] - YouTube

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