El anuncio de la Lotería de Navidad de este año utiliza el recurso de la mentira piadosa. Es algo muy antiguo que consiste en ocultar una realidad haciendo pasar por verdadero lo que es pura invención. Con ello se pretende, supuestamente, evitar un dolor innecesario. En la vida cotidiana hacemos uso de esa táctica a menudo: suavizamos la dura realidad, maquillamos la crudeza de un mal resultado, dejamos para otro día el dar una noticia que va a causar dolor, preocupación. Aunque no siempre está clara la línea divisoria entre la mentira piadosa y la interesada, la que nos conviene; si bien, no faltará quien arguya que la caridad empieza por uno mismo. No seré yo quien se oponga ferozmente a ese argumento. En la película alemana Good Bye Lenin veíamos cómo un buen hijo se las arreglaba para que su madre, proletaria insobornable, no descubriera lo sucedido en su amado país, la RDA, tras haber permanecido largo tiempo en coma. Viendo esta película, ¿quién no se pone de parte de ese animoso joven con buen corazón? Yo tengo que admitir que a veces, cuando la fealdad del ambiente se vuelve irrespirable, echo de menos poder contar con alguien, con un equipo bien organizado, capaz de hacerme creer por unas horas, unos días, que la realidad es otra bien distinta. Ese recurso sería como una variante de los tratamientos paliativos, de la acupuntura, el shiatsu, la talasoterapia, la marihuana terapéutica, el masaje balinés, etc. De tal modo que al despertarme por la mañana oiría en la radio que el recuento manual de votos en los estados de Wisconsin, Pensilvania y Michigan estaría a punto de dar un vuelco electoral de consecuencias imprevisibles; asimismo, según los observatorios de opinión más acreditados, todo parecería indicar que los traficantes de odio -fanatismo, racismo, homofobia, xenofobia, misoginia- se encuentran en franca retirada de las redes sociales; en otro orden de cosas, las energías renovables y la lucha contra el cambio climático estarían a punto de ganar una batalla decisiva; por si algo faltara, el Gobierno podría anunciar muy pronto que levanta el castigo al cine y a la cultura en general, rebajando el IVA cultural (21%) al nivel de Francia (5,5%). Todo iría de maravilla hasta llegar al final del informativo, casi una hora después, cuando, en el resumen de prensa, se recogería el titular de La Vanguardia: "El barcelonismo se rinde ante el fútbol deslumbrante del Madrid." ¡En La Vanguardia?, me interrogaría a mí mismo, estupefacto. Sólo entonces caería en la cuenta: una de dos, o era 28 de diciembre o alguien me estaba haciendo Good Bye Lenin. Con las señales horarias de las 8.00, el sueño habría terminado. Fue hermoso mientras duró.
No hay comentarios:
Publicar un comentario