viernes, 5 de septiembre de 2014

septiembre

      Volvemos, sí, y hacemos como si fuéramos los mismos, si acaso ligeramente bronceados, pero lo cierto es que el que vuelve ya es otro distinto del que se fue. Treinta días con sus noches, viajes, mares, cenas, libros leídos, silencios, estrellas, despertares... son muchos días para regresar tal cual, como si nada. Lo vivido en ese tiempo nos ha transformado en otros; y lo no vivido, también. Disimulamos, claro, para no levantar sospechas, pero el que vuelve es en cierto modo un impostor que se hace pasar por el otro, por el que se fue de vacaciones y ahora reaparece con mejor color. Eso sí, un perfecto impostor al que nadie pone en entredicho su autenticidad. Cada uno de los regresados sabe que los demás reaparecidos en septiembre son igualmente otros impostores que suplantan a quienes se fueron hace cinco semanas o más. Admitámoslo, somos unos comediantes que celebramos los reencuentros con nuestros pares como si aquí no hubiera pasado nada y siguiéramos siendo los mismos. Sin embargo, puesto que estamos al tanto de las cosas, nadie engaña a nadie: sabemos que todo es una representación más o menos convincente, y por tanto a nadie se le acusa de no ser en verdad aquel por quien se hace pasar. Pero en estas postrimerías del verano cada uno de nosotros es su propio Tom Ripley, alguien que se ha apoderado de otro y lo incorpora a su vida tras hacerlo desaparecer limpiamente. Es el crimen perfecto: no hay denuncia, no hay testigos, ni prueba ninguna, ni móvil aparente, ni damnificados. Por tanto, no hay caso. Bien. A lo que iba. Ya estamos aquí. ¿Alguien ha detectado en las líneas precedentes algo sospechoso, algo con suficiente fundamento para acusarme de no ser el mismo que escribió el último post, el que llevaba por título agosto? Supongamos que quien esto escribe fuese otro distinto de aquel. En ese caso, cabría preguntarse si el de ahora está adoptando el estilo del suplantado... o si la suplantación ya dio comienzo en los últimos posts, acercando en ellos paulatinamente la manera de escribir del mirón de entonces -el supuesto desaparecido- a la del impostor que ahora ocupa su espacio, su nombre, su imagen, el que mueve los hilos de sus actividades en la red. Yo en tu lugar, lector, lectriz, no me fiaría de las apariencias: cuando se tienen recursos y cierta práctica, es fácil adoptar maneras o imitar voces, sonreír, mover las manos, introducir paréntesis o puntos suspensivos como lo haría... el otro. Atentos pues.    

6 comentarios:

  1. Maldito el que sobremuere, a su vida, el flácido, el colgón, condecorado, de piel más grande que su propio cuerpo.
    Maldito el que pronuncia estas palabras si encubren sólo un muerto o un no nacido.
    Los poetas del ramo barren con su lengua falaz escalafones tristes.
    Salud o ... Ave César, los que van a morir te saludan.

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  2. Qué bandido. Qué bien escribes.
    Vaya lío... Parece ser que el que se fue, no ha vuelto, metamorfoseó, mudó, y ahora es otro el que mira, es otro el Mirón.
    Alguien nuevo ha ocupado el lugar del viejo mirón, alguien que anda disimulando, fingiendo, para que no notemos que es un impostor, un intruso.
    Adopta las formas del que marchó, intentando pasar por aquel y a la vez nos avisa de que vayamos con cuidado porque las cosas no son lo que parecen... y que puede haber un engaño... Y sí, estoy segura de que aquí se esconde un enredo difícil de dilucidar en tardes tan calurosas. Ya se sabe: "Todo poeta es un fingidor"
    Por mi parte, a estas alturas, ya no sé si yo soy la misma que se fue, o la que arribó u otra que se ha colado en la historia... Aunque esto suele ocurrirme con frecuencia. ¡Bienvenido quien quiera que seas!
    yo

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    1. Está muy bien que no tengas del todo claro si eres la que se fue o no, o si la suplantada se ha apoderado de la suplantadora, o si eres una tercera en concordia que ejerce de una y de otra, alternativa o simultáneamente. En cualquiera de los casos, talentosa amiga, ello quiere decir que... lo estás haciendo muy bien.

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  3. Querido amigo:
    El colofón de tu magnífica respuesta, inevitablemente y de modo fulminante, me ha llevado a "muy bien, no pares, sigue sigue..." aquella canción que tantas veces bailoteamos entre copas y fiesta. No sé si lo pretendías...
    Besos

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