viernes, 16 de mayo de 2014

cuánto hemos bailado

       Este es un post que yo me tenía reservado por si algún viernes me fuera esquivo o falto de inspiración. Siempre conviene tener algún as en la manga, algún teléfono de emergencia, una pistola en la guantera. Quien no tenga una docena o dos de canciones muy bailadas, que tire la primera piedra. O que acuda al psiquiatra. En este terreno -el de las canciones y los bailes- yo voy bien servido. Mis amigos y amigas de toda la vida, también. Ya desde la adolescencia fuimos muy bailones: durante años, en guateques íntimos y en verbenas de verano; después, en discotecas diversas: La Oca, Menta, Zaping, Cocó, Caifás, El Desván, Charlot, El Bule... Todas han desaparecido, cómo no. Claro que también 'los muchachos de entonces' fuimos desapareciendo. Aunque nos quedan las canciones. ¿Qué tal si, para empezar, ponemos las luces rojas del guateque y suena, por ejemplo, Poco antes de que den las diez? No sé si poco antes o después sonaba (sonó) Puente sobre aguas turbulentas, Honey, Ruby TuesdayLola, Something, El gato triste y azul, Pequeñas cosas... y por supuesto no podía faltar Je t'aime, moi non plus. The letter (The Box Tops) o Gimme little sign (Brenton Wood), junto con Otis Redding ponían un punto sesentero y soul a los primeros setenta en mi pandilla (la mejor que había, con diferencia; no hubo otra igual). Asimismo, las imprescindibles Con su blanca palidez y Noches de blanco satén formaban parte del paisaje de verano en aquellos guateques al atardecer. Poco después vendrían los tórridos temazos Samba p'a ti, Europa, Killing me softly... que hacían furor en todas las discotecas; también algo de Barry White, y la perturbadora Bella sin alma, de Riccardo Cocciante, seguida de Sabato pomeriggio ("gorrionsito qué melancolía") de Claudio Baglioni. Confieso, no sin rubor, que aquella Balada para Adelina, del almibarado Richard Clayderman, tuvo su momento en la hora caliente de la pista en penumbra. Quizá los muchos bailes 'agarrados' dieron lugar a que creciera en mí la idea de que el abrazo es la posición más natural y deseable entre dos cuerpos. Tiendo al abrazo, sí. De cuerpo entero. Después vendrían La chica de ayer, Groenlandia, Enamorado de la moda juvenil, EloiseThe sultans of the swing, Englishman in New York... y unas quinientas más, aproximadamente, que sumadas a las quinientas anteriores constituyen eso que algunos publicistas facilones llaman 'la banda sonora de nuestra vida'. Dicen eso por decir algo, pero no saben bien de qué están hablando. Ellos no lo han vivido, ni bailado, ni soñaron siquiera algunos bailes que yo viví a mis diecisiete, o sea, At seventeen, de Janis Ian. También estaba Vincent por entonces ("Starry, starry night..."), de Don McLean. Alguien se acordará, seguro. Fue el año de COU.

Don McLean - Vincent (Starry Starry Night) - YouTube

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