viernes, 15 de febrero de 2013

¿recta, curva o rolling?


Desconozco si la línea recta es sostenible a largo plazo. Tiendo a creer que no. Para llegar a ello basta con observar el comportamiento de la flecha o la trayectoria de una estrella fugaz. También la mirada acaba inclinándose, ya sea por fatiga o para ver el objetivo más de cerca. La naturaleza lanza rectas al cielo como chopos pero acaba describiendo curvas: el horizonte, las olas en la playa, la inclinación de las espigas. La línea recta es limpia y delgada, pero breve. La curva es abierta como un arco y dilatada como una bahía, y en las distancias cortas es acogedora como un labio, delicada como el párpado de una mujer dormida, digna de un dios alfarero cuando se dibuja en una cadera. La recta es una llanura en la tarde de verano como un disparo a 200 kms por hora mientras suena un madrigal de Monteverdi o ‘Lets spend the nigth togheter’ de los Rolling. La curva es el viaje de novios que le espera al bronceador en el muslo. La recta es el camino más corto, y por tanto menos recomendable, para llegar a una conclusión, a un acuerdo entre dios y el diablo, entre un polvo enamorado y un endecasílabo. Hay quien traza rectas estrictas y quien no. Los proyectiles describen rectas de fósforo en el cielo. Los ángeles insinúan la curva serena en su línea de pensamiento. Oriente proclama la curva desde los tiempos de Confucio; Occidente dibujó la bóveda pero se quedó en la cruz; aun así, dio lugar a Brunelleschi en Florencia, a la sextina provenzal, a la duda sistemática, a los pómulos y a los labios, a la mirada y a la silueta de Ava Gardner. O de Marion Cotillard. Mientras la recta nos llevaba al sitio exacto del pensamiento, la curva nos hacía felices. Mientras yo conducía alegremente un Golf GTI aquella tarde de viernes de julio -hace veintitantos años-, las rectas y las curvas se sucedían a la velocidad del amor a la altura de los montes de Torozos. Aquellos momentos, canciones, alegrías... son de los que convierten una vida en una obra de arte. Vale, bien, me disparo en la recta y me demoro en la curva. Lo que pasa es que en la curva pueden suceder tantas cosas dulces, tentadoras, prohibidas incluso... Por cierto, lo que estamos viviendo a todas horas, no es ni recto ni curvo: es torcido. Pero aquí empezaría otra historia. http://www.youtube.com/watch?v=l61MFiIeuVM

2 comentarios:

  1. Bello texto, Luis, gracias. Me quedo con la recta, porque es limpia; con la curva, porque esconde más belleza y la muestra. Lo actual, tienes razón, ni recto ni curvo, torcido, muy torcido.

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  2. Bello y delicioso, ya lo creo.
    Creo que la curva es pragmática. Conoce bien los textos de Pierce, Dewey y James. Se recrea en la perfección de la funcionalidad.
    En cambio la curva es hedonista. Le interesa el regodeo del camino, no el fin.
    Y pienso que ambas tienen, en algún momento de su trayectoria, devaneos con la otra. Se saludan, se acarician, y vuelven a su ser.


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