viernes, 17 de febrero de 2017

fabricamos coartadas

      Con la crisis haciendo estragos y fortunas fabulosas, las agencias de publicidad languidecían hasta desaparecer muchas de ellas; la nuestra llevaba ese camino. No quedaba más remedio que 'reinventarse', nos dijeron. Y así fue como, tras numerosas reuniones de brainstorming, surgió una luz en medio del escepticismo: '¿Y qué pasa si en vez de hacer campañas nos dedicamos a vender coartadas?', soltó alguien de pronto a las 19.03. Cuando se llevan horas de reunión sin resultados, la mejor de las ideas suele dar lugar a bromas, a sarcasmos; esta vez no fue así: a los pocos segundos se fue haciendo un silencio expectante, como el que surge tras una detonación. Nos mirábamos. Se mascaba en el aire que ese insólito new business era demasiado tentador para dejarlo escapar.Tres frenéticas horas después, la estrategia y la reorganización interna estaban prácticamente diseñadas. Levantamos la tumultuosa sesión y alguien propuso ir a tomar unas pizzas a Casa Nostra, muy cerca. En la papelera y en la mesa de la sala de reuniones se acumulaban decenas de latas de cerveza. Bien. Así empezaría más o menos el primer capítulo. En seguida iríamos viendo el modus operandi de la reconvertida agencia, los procesos de generación de soluciones en el departamento creativo, los primeros trabajos realizados. La calculada aparición de personajes y asuntos escabrosos irá dosificando misterio, acción y morbo. Pronto comprobaremos que dieciocho semanas después de aquella idea luminosa, la agencia funciona a pleno rendimiento y todos han interiorizado irreprochablemente su papel. Luego se verá que los nuevos clientes se dividen básicamente en dos grupos: 1) los que están dispuestos a pagar lo que haga falta para que sus esposas (sus maridos, en menor medida) no conviertan las sospechas en certezas, las evidencias en demanda judicial; 2) clientes de altos vuelos -siempre a través de representantes o intermediarios- en busca de coartadas irrefutables que protejan su buen nombre, que los deje a salvo de algún suceso que pueda tener lugar dentro de varias semanas o meses. Entradas de ópera, pasajes de avión, facturas de hotel, de restaurante (tal día, a tal hora, en tal ciudad), sellos en el pasaporte, fotos personales con fondos turísticos (la Sagrada Familia, el Taj Mahal, EuroDisney), oportunas llamadas registradas, mensajes de voz en el móvil, vídeos domésticos grabados en las pistas blancas de Gstaad, en las cataratas de Iguazú, en las carreras de  caballos de Eaton... La narración se mueve en un mundo despiadado pero encantador en apariencia. En un breve epílogo se dará noticia de que directivos de A3Media estarían subiendo ahora mismo en el ascensor a fin de negociar los derechos para convertir Fabricamos coartadas en serie de TV. Trece capítulos.

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