viernes, 13 de mayo de 2016

lo que no está escrito

     No sé si es pereza o sentido de la economía y el ahorro, pero cada vez que me surge una idea para desarrollar en una posible narración, se me vienen a la memoria las palabras de Borges: "Desvarío laborioso y empobrecedor el de componer vastos libros; el de explayar en quinientas páginas una idea cuya perfecta exposición oral cabe en pocos minutos." Y concluye: "Mejor procedimiento es simular que esos libros ya existen y ofrecer un resumen, un comentario." Si damos por buena esta sabia lección, no tiene mucho sentido escribir algo que vaya más allá de las veinte o treinta líneas, cincuenta ya me parecen una demasía. Quizá tenga relación con ello el hecho de que de un tiempo a esta parte rara vez leo obras que exijan más de una o dos tardes de lectura. Volviendo a la cita de Borges, tengo por ahí algunos posibles relatos comprimidos en unas pocas líneas. Uno de ellos desvelaría la existencia de una exclusiva agencia de modelos especializada en dobles de celebrities, una suerte de club donde se hacen realidad las fantasías de sus acaudalados socios. En él, las grandes estrellas de Hollywood, top models, etc, tienen su doble, al menos uno, para encuentros íntimos o fiestas privadas, siempre bajo la máxima discreción y con estrictas cláusulas de confidencialidad. La cosa se complica cuando son las propias estrellas quienes, sabedoras de la existencia del club, quieren entrar en el juego y hacerse pasar por sus dobles, a fin de disfrutar del  incomparable placer de la suplantación (suplantar al suplantador en este caso). Aunque a menudo son las celebrities quienes acaban imitando a sus dobles, a fin de parecerse más a sí mismas. Sin embargo -paradojas del destino- en no pocas ocasiones la auténtica estrella es considerada por su cliente como una dudosa imitación. Lo cual viene a confirmar algo ya sabido: que hay imitaciones que superan al original. De hecho, hoy resulta de lo más cool lucir una genuina falsificación de Prada o de Cartier. Un hábil realizador publicitario puede hacer un falso anuncio de Scorsese o Tarantino y el resultado sería incluso mejor o más reconocible que si lo hubieran rodado los propios cineastas. Pues bien, en ese relato que no he escrito, las copias de Charlize, de Keira, de Irina,de Clive Owen, de Vincent Cassel, etc, superan a los originales. Asimismo puede concluirse que unas pocas líneas, a manera de resumen, siempre serán más eficaces y sugerentes que las cincuenta o más páginas que, con buen sentido, renuncio a escribir.

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