viernes, 19 de junio de 2015

la jungla de asfalto

     "Decenas de fieras escapan del zoo de Tiblisi en las inundaciones de  Georgia", decía el titular. Más adelante se informaba de que entre los fugados había tigres, leones, lobos, osos, hipopótamos... Inmediatamente se desató el bestiario en mi imaginación. Es un viejo tema que yo he visitado bastante; o él me ha frecuentado a mí, entre la vigilia y el sueño. En Poeta en Nueva York había, y sigue habiendo, creo, cocodrilos de ojos glaucos reptando por los rascacielos. Y en Remando al viento -aquella inolvidable película de Gonzalo Suárez- hay una escena en que aparece una gran jirafa en el interior de un palacio veneciano. Me gustan esas mezclas de barroco y leopardos, papagayos y sacristías, archiduques y caimanes, trenes repletos de fieras enjauladas que irrumpen de pronto en un palacio suntuoso -como aquella caballería cosaca de Capricho imperial irrumpiendo en el salón del trono- y las bestias escapan de sus jaulas, ascienden por las escalinatas de mármol, se apoderan de los salones, de las alcobas, y dejan a su paso un rastro de sangre caliente. Hay boas estrujando la cintura de las estatuas, o haciendo añicos las arañas colgantes del salón rococó. Suena el Recondita armonia de Puccini por todo el palacio en penumbra. Un toro de ojos verdes vela los sueños de una princesa nórdica. Un tigre de Bengala le hace el amor a un chambelán. El aullido de los lobos resuena cada vez más cerca del jardín francés. Claro que también está esa fantasía de las avenidas de Manhattan tomadas por las cebras y los jaguares. La jungla birmana apoderándose de Central Station y de Wall Street. El Empire State coronado por King Kong... Lágrimas caen. Sí, a veces imagino instalaciones artísticas en palacios o en rascacielos deshabitados, en catedrales y en cementerios románticos donde las bestias se apoderan de los edificios, derriban pedestales, profanan tumbas, se encaraman en los púlpitos, abrevan en las pilas bautismales de ónice, fornican a cuatro patas (como no podía ser de otro modo) sobre el lecho nupcial. Pero lo mejor y más moderno de esas instalaciones imaginarias es que allí todo sucede sin testigos, como cuando amanece para nadie o llueve en el bosque. Mientras todos duermen, los sigilosos guepardos se están introduciendo en el convento de Entre tinieblas y en las suites del Waldorf Astoria, del Danieli, del Negresco... Sí, se está urdiendo una conjura, un zarpazo con todas las garras contra el stablishment. Vale, lo admito: hoy estoy en el lado equivocado, estoy salvaje. Mañana seré un cordero.

Walk on the wild side,Lou Reed,subtitulado en español - YouTube

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