El blog ha crecido últimamente, ha dado un estirón. Desde
que publiqué elogio del matrimonio se
han incrementado muy notablemente las visitas. De hecho, ese post se ha
convertido en apenas unos días en el más visto de todos los publicados hasta
ahora, y además a gran distancia del segundo. ¿Cómo interpretarlo? ¿El título
es tan provocador que lo hace irresistible? ¿Mi matrimonio despierta morbo?
¿Rouco Varela está moviendo los hilos para arrimar el ascua a su cocina? No sé.
Lo cierto es que las estadísticas de Blogspot son concluyentes. Lo que me
corresponde ahora es conseguir eso tan difícil de ‘mantener la audiencia’. Para
ello, no puedo olvidarme de nadie en cada nuevo post. Como en aquel anuncio de
Coca Cola, habré de tener presente a todo el abanico, a toda la biodiversidad
de lectoras y lectores que han entrado aquí en las últimas semanas, incluso a
los que no lo han hecho aún pero son susceptibles de hacerlo: a los que
entraron en silencio desde el primer día; a los que se han arrepentido algún
viernes de haber entrado; a los que me lo pasan todo por alto y a los que no
están dispuestos a pasarme ni una; a las que me gustaría conocer y no será
posible; a los del Atleti, entrañables enemigos; a los secretos visitantes
que entran, leen y callan; a los mirones de toda condición; a los que aman de
madrugada a Billie Holiday; a las que alguna vez, durante un cuarto de hora o
casi, me han amado o creyeron que yo era un tipo amable; a los que hirió el
amor; a las que me hirieron con su risa hermosísima; a las que dieron la
callada por respuesta; a las que hicieron una obra de arte de su voluptuoso
silencio, sus no-cartas, su mirar hacia otro lado, su sonrisa salvaje, su
juventud, sus andares... Lo cierto es que tengo tanta gente a la que dirigirme
y dar las gracias... Pero hoy, 21 de junio, día de san Luis, pienso en los
veraneantes de este blog. Madrid está bien para veranear. El matrimonio, mis
amigos, mi mujer, mis hijos, el disco de Miguel Poveda que ahora está sonado,
el concierto de Samuel Barber que acaba de sonar, el dúo de Alejandro Fernández
y Cristina Aguilera (¡Sí, sí, sí!, no me mires con esa cara) que va a entrar a
continuación; el vino de crianza que me tengo reservado... Todo eso forma parte
de la vida de este blog. ¿Qué hago con ello? ¿Qué debe hacer un hombre
medianamente honesto, ma non troppo, con esos seres que alguna vez lo leen, que
le sonríen en ocasiones? Hoy es viernes y empieza el verano.
Ya que preguntas sobre el "deber"...
ResponderEliminarSeguir regalándonos palabras de este jugoso manantial que juega cada viernes, sin miramientos, con nuestros sentidos, emociones e inteligencia.
Casi como imperativo Kantiano,(creo).